Es imposible encontrar algo de este autor traducido al castellano y no parece que eso cambie en un futuro cercano dado que es un escritor olvidado.
Es más, en su momento, su escritura fue calificada de ilegible y mediocre por sus editores y por la crítica. Con estas credenciales os preguntaréis cómo es posible que lo haya elegido para iniciar la serie Maestros del Crimen en Balas y Estrellas.
Muy sencillo.
Porque este tipo fue el fundador de la Novela Negra.
¿Quién fue Carroll John Daly?
Lo propio de un escritor olvidado es que su vida también lo sea. Se sabe poco más que nació en Yonkers, Nueva York, un 14 de septiembre de 1889, y que debió ser un niño muy especialito con una personalidad neurótica y agorafóbica. También desarrolló la odontofobia, miedo a los dentistas, pero creo que esto es algo compartido por el resto de la Humanidad.
Con ese carácter, no parece raro que quisiera ser escritor, vocación que fue apoyada por un tío suyo muy majo que le animó a matricularse en la Academia de Arte Dramático de Nueva York. Dada su agorafobia, imagino que lo de ser actor lo dejó pronto, pero sí ejerció entre bambalinas y, así, escribió algunas obras de teatro y trabajó como acomodador y proyeccionista en salas de cine.
Se casó en 1913 y, parece que por esas fechas comenzó a escribir relatos para las revistas pulps, esas publicaciones baratas que la gente devoraba cuando no existía ni el móvil ni la televisión.
Y así transcurrió su vida hasta llegar a un mes de diciembre de 1922, fecha en la que publicó el relato El falso Burton Combs en la mítica revista Black Mask.
El fundador del género negro
Las disputas entre los teóricos del género negro bien pueden competir con cualquier trama de cualquier novela negra que se precie.
No solo no se ponen de acuerdo en la definición del género, sino que se retan en duelo por defender su teoría en cuestiones como ¿cuál fue la primera novela negra? ¿Cuál fue el primer detective? ¿el primer escritor? ¿la primera escritora? ¿la primera mujer detective?
También es verdad que la historia del género es muy juguetona y a veces se producen caprichosas coincidencias como la que sigue.
Hasta ese mes de diciembre de 1922 se entendía el género como un relato de deducción lógica donde se presentaba un crimen, normalmente en entornos aristocráticos, un círculo cerrado de sospechosos y, sobre todo, a alguien muy dotado en el arte del razonamiento que reúne todas las piezas al final de la historia descubriendo al culpable. Hablamos de historias tipo Sherlock Holmes o Hércules Poirot.
Daly siguió siendo un escritor de novelas pulp artificial, torpe y cohibido, infinitamente repetitivo y desesperadamente melodramático. No tenía absolutamente ninguna habilidad para la caracterización tridimensional, ni tampoco un sentido del lenguaje o el estado de ánimo. Además, tenía la maldición de tener un oído débil. Su diálogo era imposiblemente forzado… y carecía totalmente del ritmo y la mordacidad de contemporáneos tan talentosos como Hammett y Chandler… Sin embargo, a pesar de todo esto, Carroll John Daly se erige, históricamente, como el padre del detective privado duro.”
William F. Nolan, Black Mask Boys (1985)
Pues bien, en ese número de Black Mask se incluyeron los relatos, uno tras otro, de dos escritores debutantes.
El primero se titulaba
El falso Burton Combs, de nuestro protagonista hoy. El otro, de solo cuatro páginas, llevaba el título de
El camino a casa de un tal Peter Collison.
En ambos se presentaba a un personaje duro. Un tipo con sus propios principios de moral y justicia, desconfiados de la autoridad, del sistema y con cierta facilidad a la hora de apretar el gatillo. Ninguno se tenía por
detective. En el caso del personaje de Carroll John Daly, de nombre ignorado, se autodenominaba como intrépido aventurero. En el segundo caso, el señor Hagedorn de
El camino a casa, como un “cazador de hombres”.
Esa caracterización marcaba una ruptura respecto a la novela policíaca clásica. No importaba tanto el descubrir quién es el asesino, sino mostrar el mundo del crimen y a un héroe capaz de impartir justicia y repartir unas cuantas balas. Eso no solo revolucionaba la fórmula de la novela policíaca, sino que significaría la creación de un nuevo género: la novela negra.
El hecho de que apareciera primero el relato de Carroll Daly, aunque fuera en la misma revista, podría darle el título honorífico. El problema es que Peter Collison, el escritor del segundo relato, era en realidad
Dashiell Hammett y eso es una competencia muy dura.
Como ya pasara en la novela policíaca clásica con Poe y William Evans Burton no es lo mismo decir que el fundador de un género es uno de los mejores escritores del s. XX a que lo sea alguien considerado poco más que un juntaletras.
Dejando aparte la anécdota de quién fue el fundador, lo que está claro es que Carroll John Daly, cuando menos, debería compartir el honor.
El primer detective Hard Boiled
En lo que no hay duda, o poca, es que
Carroll John Daly fue el creador del primer detective hard boiled en un relato titulado
Three Gun Terry que significó el debut de
Terry Mack.
Solo el título anuncia un antes y un después. Las historias detectivescas, hasta entonces, solían contar con un esquema de títulos como “El caso (o misterio) de…”; “Asesinato en…” o “Un cuerpo, cadáver en…”; pero nunca un título que fuera el nombre del detective como en este caso: Tres pistolas Terry. Con ello, Carroll John subraya que el personaje está por encima de la trama detectivesca.
No he tenido la suerte de leer ese relato, más que los pocos extractos y la sinopsis que he encontrado, pero parece que va de una chica virgen recién salida de un convento que es secuestrada por una banda para pedir un jugoso rescate a su adinerada familia. La cosa es que Terry Mack ve cómo la secuestran y contacta con la familia para acordar sus honorarios, ponerse en marcha, cargarse a los malos y salvar a la virginal damisela.
Dicho detective no tuvo más recorrido, solo un segundo relato meses después y una novela
El hombre en las sombras (1928). Sin embargo, Carroll pulió ese primer borrador de personaje y un mes después presentó una versión mejorada,
Race Williams, en un relato titulado
Knights of the Open Palm incluido en el mítico número de Black Mask, en junio de 1923, dedicado al
Ku Klux Klan. En este número, algo impensable hoy, se incluían relatos, no solo en contra de esa organización, también a favor. El de Carroll estaba en contra.
Este detective lo petó. Protagonizó otros sesenta y un relatos más, además de diez novelas. Siendo la primera
El rugido de la bestia (1927), a la que también corresponde ser la primera novela, no solo relato, protagonizada por un detective hard boiled y cuya
reseña de Vicente González podéis leer en Solo Novela Negra.
Su plantel de detectives y personajes aumentó. En 1931, hizo su debut
Satan Hall; del que os hablaré más abajo y
Vee Brown, La máquina de matar, en 1932. Tras abandonar
Black Mask en 1934, cansado del menosprecio, profesional y económico, con el que le trababan en Black Mask, se pasó a su mayor competidor,
Dime Detective, creando a
Clay Holt, un remedo de Race Williams, y
Mr. Strang en 1935, del que también os hablaré después.
El mal escritor que disparaba las ventas
En lo que parece que existir cierto consenso es en considerar que era un mal escritor, tanto en la forma, como en el desarrollo de la trama. Así lo calificaban sus colegas de profesión, los críticos y los editores, sobre todo Joseph T. Shaw su jefe en Black Mask —y eso que el bueno de Carroll le dedicó su primera novela calificándolo como editor y amigo—. No obstante, sus opiniones debían metérselas en salva sea la parte porque Carroll vendía.
Y mucho.
Se dice que cuando Black Mask incluía una de sus historias las ventas se disparaban hasta un 20%. Por si eso no fuera poco, las encuestas entre sus lectores lo encumbraban en el primer puesto, por encima de Erle Stanley Gardner y Hammett.
La pregunta es obvia, ¿por qué?
Porque nuestro Carroll escribía la clase de historias que a él le gustaría leer. Y daba la casualidad de que en eso coincidía con el gusto de la gran masa de lectores.
Historias protagonizadas por un héroe muy capaz de poner en su lugar a los malos. Esas son las que nos enganchan siendo niños y las convertimos en nuestros referentes. Luego crecemos y desarrollamos una especie de masoquismo intelectual tragándonos sesudos rollos existencialistas, pero ese es otro tema.
Carroll creció leyendo las historias del Western, disfrutando de personajes como Buffallo Bill y demás pistoleros o cazarrecompensas. Y eso es lo que le gustaba de verdad. Así que, empapado por esas tramas, decidió trasladarlas a su época y a la gran ciudad.
Aunque había un problema. Carroll John era la antítesis de Dashiell Hammett. Ambos tenían la misma edad, pero el autor de El Halcón Maltés, en comparación, había vivido tres vidas más. Participó en la Gran Guerra y se buscó la vida de distintas formas, entre ellas, como detective privado. Y esa experiencia vital dotaba a sus historias de la fuerza del realismo.
Por el contrario, Carroll era tímido, neurótico y agorafóbico. Apenas salía de casa y mucho menos había tratado con malotes de los bajos fondos o se había involucrado en oscuros sindicatos. Se cuenta que en cierta ocasión se le ocurrió que debería hacerse con una pistola para documentarse un poco. Así que se compró una y se la guardó discretamente. Algo muy lógico, salvo para los Estados Unidos de principios del s. XX donde, parece ser, podías llevar pistola siempre que esta fuera visible al resto de ciudadanos, pero si la ocultabas era delito. La cosa es que a Carroll, tras comprarla, se la escondió discretamente y lo pilló la policía con el consiguiente arresto.
Ahí acabó su trabajo de documentación y, quizá, por ello sus historias puedan resultar inverosímiles, inocentes y deslavazadas. Pero eso no le importaba a sus lectores.
Carroll escribía con el entusiasmo de un niño que juega con sus muñecos e inventa aventuras. A un pequeño ¿qué le importa cómo funciona el Estado o el crimen organizado? Le basta con imaginar situaciones emocionantes para pasar un entretenido y estupendo rato.
No obstante, más allá de su endeble realismo, su estilo y sus aportaciones narrativas marcarían el camino del género policial hacia la novela negra tal y como la conocemos hoy.
Su influencia en la ficción del s. XX
Afortunadamente, su figura parece estar recuperándose.
En
la página de Black Mask encontramos un artículo donde no solo se pone en valor su escritura sino su influencia en escritores posteriores. Para ello, no solo se centra en su estilo narrativo, sino en su producción, muchísimo mayor que la de Hammett y en la que podemos encontrarnos casi todas las situaciones, argumentos y personajes que con el tiempo serían clichés del género. Sus aportaciones no eran redondas y otros autores se encargarían de darle brillo y esplendor, pero sí fueron significativas.
Paco Gómez Escribano, en un excelente artículo de Zenda, lo etiqueta como el eslabón perdido que uniría la tradición detectivesca de Poe con la de Hammett.
¿Y cuáles fueron algunos de sus aportes?
La narración en primera persona del detective: la dureza y el cinismo
Así se presenta Race Williams:
Al leerlo hoy, cualquiera puede reconocer el texto como el propio de un detective de novela negra, quizá la imagen de Bogart bebiendo y fumando mientras pronuncia esas palabras. Pero este personaje y, sobre todo, esta forma de dirigirse al lector en primera persona y con este tono, no tenía precedentes hasta que llegó Carroll John Daly.
Y por eso se le puede considerar el fundador de la novela negra como algo distinto a la clásica novela policial que inició Poe.
Pero no se vayan todavía, aún hay más.
¿Os suena Harry el Sucio? ¿Mike Hammer?
El policía renegado… y asesino.
Lo propio de un detective privado es que sea duro y expeditivo, todo lo contrario que la figura del policía, que en los inicios del género era representado como un funcionario ineficaz ya fuera por su torpeza o por estar untado en una red de corrupción.
Así que Satan Hall fue la bomba. Se regía por su propio código moral sin renunciar a su pertenencia al cuerpo policial. Las normas y los protocolos no iban con él, que para eso era un poli. Sin duda, seguro que os habrá venido a la cabeza a Harry el Sucio, interpretado por el gran Clint Eastwood, que siempre te alegra el día.
También inspiró la novela
Un policía anda suelto (1973) de
Mickey Spillane, el creador de Mike Hammer y
reconocido fan de Carroll.
Mencionar estas dos influencias directas creo que es quedarse corto.
Sí, amigos, Carroll aportó el tipo duro, al héroe malote. Por eso solo se merece estar en los altares. ¿Cuántas novelas, cómics y películas han contado con esta figura como protagonista? ¿Cuánto las hemos disfrutado? Al menos, hasta que han llegado los comprometidos y bien pensantes sensibles a la industria logrando con ello estupendas siestas en las salas de cine, o que se nos caiga el libro al suelo tras una cabezada.
Disculpad este comentario malote, je, je, je…
Los justicieros enmascarados con identidad secreta
¿Cuántos superhéroes mantienen una doble vida ocultando sus superpoderes bajo una identidad secreta? Carroll John Daly usó este recurso en muchos de sus personajes, como es el caso del Señor Strang.
De día era un amable anticuario llamado Strang Cummings, de noche cazaba maleantes, obsesionado con el régimen de la libertad condicional que permite a los criminales campar a sus anchas por las calles para robar y asesinar a ciudadanos inocentes.
Por si fuera poco, con este personaje también da el pistoletazo de salida al héroe que de niño sufrió en carne propia la atrocidad de un crimen como es el asesinato de sus padres, constituyendo ello su motivación para combatir el mal.
¿Os suena? Este personaje debutó el 6 de abril de 1935. En mayo de 1939 un tal Bruce Wayne se presentó en sociedad en el nº 27 de Detective Comics convertido en The Batman para combatir el mal en venganza por el asesinato de sus padres.
Los personajes femeninos empoderados
En estos tiempos, un personaje femenino líder de una banda mafiosa, con ambición, desinhibida al punto de ser ella la que acosa a los hombres nos parece algo muy moderno, revolucionario, una bofetada al patriarcado… y no sé qué más.
Pues bien, Carroll John ya creó un personaje así hace un siglo bajo el apodo de La Llama. Era pelirroja, claro, y también la jefa de una banda criminal. Está enamorada de Race Williams, aunque este no le hace mucho caso. Pero eso no parece importarle demasiado hasta convertirse en toda una acosadora sexual del detective.
Carroll John Daly dejó de escribir en 1936, aunque su última publicación sería la novela Cinco minutos para asesinar en 1941. Murió en 1958, en Los Ángeles, siendo ya un escritor olvidado. Ojalá alguna editorial española se anime y, de esa forma, anime las estanterías de las librerías y con ellos a lectores como un servidor.
Con esa petición me despido hasta la próxima. Hasta entonces recordad: sed muy felices y moderadamente malvados.
David Rubio
Escribiente aficionado al género negro. Si quieres plantearme una propuesta que no pueda rechazar, soy un chico fácil, puedes hacerlo al mail balasyestrellas@gmail.com o si te apetece puedes seguirme en estas redes.
Pues para ser un escritor arrinconado y olvidado, te has documentado muy bien para darnos la suficiente información para valorarlo como "presunto" fundador del género negro.
ResponderEliminarMuchas veces, y este parece ser el caso, las críticas literarias no se corresponden con el éxito del escritor, y en dos sentidos opuestos: Supuestos malos escritores que obtienen un gran éxito de ventas, y escritores supuestamente maravillosos que solo gustan a un puñado de lectores. Y creo que este planteamiento todavía es válido hoy día. Así que, nos guste o no, quien manda es el "cliente", sobre todo para las editoriales, que son las que hacen negocio. Yo he leído superventas que me han aburrido lo inimaginable y novelas poco conocidas que me han entusiasmado. Para gustos, los colores, desde luego.
Lo triste de esta historia que nos has contado es que este autor acabara sus días sin pena ni gloria, un escritor del que disfrutaron miles de lectores de su época. Y me resulta extraño que ninguna editorial especializada en este género lo haya rescatado del olvido y haya publicado alguna de sus novelas traducidas al español.
Un abrazo.
Gracias, Josep. Creo que eso es y será así por siempre. Por ejemplo, y sin citar nombres, cuando entro en La casa del libro o el FNAC veo que destacan de manera excesiva a un puñado de autores que, por lo general, a mi resultan muy mediocres. Eso lleva a la pregunta: ¿Son superventas porque nos los meten hasta en la sopa? ¿O lo son porque les gusta a los lectores? Ya no entro en las campañas de difusión en redes sociales o televisión. Es evidente que si nadie te conoce, nadie te va leer por bueno que seas. La oferta es tan grande en comparación a la demanda que es muy difícil que alguien obtenga el éxito de la nada o solo por su narrativa.
EliminarCarroll John Daly contó con la suerte de que la lectura en esa época era una de las tres primeras opciones de ocio. No había móviles, tv y el cine estaba en sus inicios. Así que para distraerte nada mejor que un pulp manejable y entretenido. Y en eso era insuperable para el público. Un abrazo!
Es lo que tiene ser el creador de algo que no es físicamente palpable. Una idea , una influencia, que sólo se propaga muy despacio al principio.
ResponderEliminarTodo lo que describes son arquetipos explotados hasta la saciedad por la industria del entretenimiento, y si no lo llegas s mencionar tú,yo, al menos, no me habría enterado en la vida.
A medida wue leía , sobretodo tras la comparación con hammet, si que me ha venido a la cabeza que eso mismo eran las novelas del oeste. Sólo había wue cambiar el escenario. El nombre del protagonista 3 pistolas Terry, ya lo dice todo.
Y no te digo , la declaración de principios de race willisms, que parece la del Detective Callaghan.
Y también lo de los súper héroes. En resumen parece casi el padre de la ficción del siglo xx.
Por eso las cosas tienen solo su verdadera dimensión ,en su momento
Abrzzooo, David
PD. Ya acabe la bestia de acerca. No me ha gustado tanto como otras que has recomendado. Los giros bruscos son demasido bruscos, sin pistas ni elementos sospechosos que los anuncien. Alguna vez tuve que volver atrás pensando wue me había saltado páginas o algo asi. Aún así voy a usar a las protagonistas para nombrar a los personajes del reto del tintero de este mes, que si no se tuerce o me ataca la pereza, voy a empezar cuando acabe este comentario.
Abtrszoo
Gracias, Gabiliante. Es que todo cliché o arquetipo tuvo su origen, su momento en el que se le ocurrió a alguien. Muy bien visto lo que comentas del Western, los detectives de Carroll fueron una adaptación al ámbito urbano de los clásicos vaqueros, como en su época fueron los caballeros andantes. Cada momento adapta la idea del héroe a su época, pero esa clase de personaje suele ser inmutable. Afortunadamente, todos queremos héroes que representen lo mejor de nosotros mismos, más allá de las formas en que se manejen.
EliminarJa, ja, ja... Bueno, repasando las novelas reseñadas previas desde luego que esa no es equiparable a Pacto de sangre o La mirada del observador o Escupiré sobre vuestra tumba. Por eso le puse ese "Me alegró el día". Comparto lo que mencionas y, sobre todo, me chocó la evolución del abogado, que pasó de un cierto desinterés a un enamoramiento por Helen por arte de magia.
Bueno, hay que reseñar de todo. Un abrazo!
Es genial que pasen este tipo de cosas. En el sentido de que los supuestos entendidos te ponen a parir y te dicen que tu producto es un truño, pero el público decide que sea todo lo contrario. Una buena patada en la boca para ellos.
ResponderEliminarGracias, Cabrónidas. La envidia del éxito ajeno es uno de las grandes pecados en el negocio escritoril, es algo que se puede comprobar en las ferias de libro donde ves las caras de los autores cuando comparten sesión de firmas con el público. Saludos
EliminarCaray, qué interesante y digo, como Josep Maria, que para ser un escritor olvidado has hecho una magnífica labor de documentación. Estoy contigo en que ojalá alguna editorial lo saque del olvido y nos permita disfrutarlo, aunque igual resulta muy duro para los estomagos melifluos que abundan actualmente por doquier.
ResponderEliminarMagnífica entrada. Enhorabuena.
Un beso.
Gracias, Rosa. Ja, ja, ja... No sé yo si me harán mucho caso. El mundo editorial se mueve por mercados de lectores y, a juzgar por las novelas que publican en la actualidad, no parece que el bueno de Carroll tenga cabida. Bueno, quizá sea por eso que un servidor no compra novedades editoriales y disfruta mucho más con los mercados de libros de ocasión. Un abrazo
Eliminar¡Qué estupendo! Cuanto sale de un escritor despreciado en su tiempo...
ResponderEliminarLo has narrado genial, como siempre, sin poder despegar los ojos de la lectura.
Desde luego, merece todos los honores; incluso aunque no fuera el mejor escribiendo, innovó hasta el punto de influir en personajes que ya son icónicos en nuestros tiempos y eso ahora lo llamamos genialidad.
Mejor o peor, seguro que no induce a la siesta, (jjaja, me has recordado tu método infalible para dormir siestas ;-))
Muy bueno todo el artículo, más que una anécdota... este tipo es el Rey :-)
Un abrazo sonriente!
Gracias, Maite. Ja, ja, ja... Ese método es infalible, te lo aseguro, desde entonces, en visto cuatro estrenos de esos que saca Movistar+, incluidas nominaciones al Oscar, y me he pegado cuatro siestas memorables.
EliminarCarroll, al menos la idea que me he hecho de él, me parecía sobre todo un tipo que jugaba escribiendo. Le importaba menos la documentación y el realismo que el disfrute de inventar una historia. Eso es una excelente manera de explotar la creatividad y encontrar planteamientos argumentales que otros, más sesudos, ni se plantearon. Los lectores, por el contrario, saben cuando un autor disfruta escribiendo y eso es muy contagioso. Un abrazo!
Ese niño de personalidad neurótica, agorafóbica y odontofóbico je, je, ya me ha ganado desde el principio de la entrada y aunque luego no fuera un escritor que destacara por su lirismo me alegro que sea reconocido como el fundador de la novela negra y del detective duro. Y si llegaba al público mejor que mejor. La primera función de cualquier arte es mantener despierto al espectador :))). Yo diría que mis mejores siestas cinematográficas las he pasado con directores reputados y finísimos en su narrativa que han conseguido impregnar a sus obras de tal "efecto melatonina" que ya quisieran las tradicionales benzodiacepinas. Hostia y que se te caiga un libro por aburrimiento y sueño debe ser un logro para un escritor. Un logro médico, claro.
ResponderEliminarMe ha encantado la presentación que has hecho de este escritor desconocido para mí y ojalá pudiera ser recuperado de alguna manera ahora que el género negro vende e interesa tanto al lector.
Un fuerte abrazo, David.
P.D. Ese personaje de "La llama" tiene una película por hacerse je, je.
Gracias, Miguel. ¡Qué te voy a contar a ti! Ja, ja, ja... Yo al menos puedo elegir, pero en tu caso ni me imagino lo que has tenido que pasar en alguna sala. Bueno, al menos, una película tediosa te hace valorar mucho más esas otras que uno disfruta de verdad. En literatura pasa lo mismo. Por supuesto, cada lector es un mundo y dentro de ese mundo hay épocas para todo, unas veces te pones intelectual y hasta te animas con el Ulises de Joyce, otras veces te pones más tierno o romántico, en otras te da por ser trascendente... En mi caso, reconozco que ya estoy para pocos rollos, je, je, je...
EliminarRespecto a tu P.D. sobre la llama, me vino un flash con aquella película de fantasía o ciencia ficción titulada Acoso. La etiqueto así, porque que Michael Douglas se pusiera en plan digno ante el acecho de Demi Moore me pareció lo más surrealista que he visto en una sala, ja, ja, ja... Un abrazo!
¡David!
ResponderEliminarEste artículo es de esos que no solo te instruyen, sino que también te despiertan ganas de seguir tirando del hilo por tu cuenta. De Carroll John Daly sabía apenas un par de cosas sueltas, pero tú aquí le has dado vida de verdad, como si lo hubieras sacado de la trastienda polvorienta de la historia para ponerlo bajo los focos que merece.
Me quedo mucho con una idea que lanzas, que es oro: ese niño que juega con sus muñecos, entusiasmado por inventar aventuras. Qué buena imagen. Y qué importante recordarla en los tiempos que corren, donde parece que la sofisticación de la crítica a veces pretende matar la pura alegría de contar historias. Daly no tenía la experiencia vital de Hammett, pero tenía imaginación desbordante y entendía lo esencial: llegar al lector, despertar la chispa.
Es brutal cómo te marcas el paralelismo con Harry el Sucio, Batman, los antihéroes modernos, e incluso esos personajes femeninos de poder como “La Llama” que están en plena vanguardia un siglo después. Vamos, que más que un olvidado, parece que Daly es el patriarca no reconocido de medio género negro y hasta del pulp superheroico.
Además, es muy lúcida la crítica que haces al esnobismo literario: a veces parece que si algo se disfruta demasiado es sospechoso. Pero la literatura, como bien dejas entrever, también es juego, dinamita, evasión... y no me pongo a divagar lo que es para mí, porque me tiraría demasiado tiempo jaja
Buen artículo, para antes de irme a dormir, que ya va siendo hora :)
¡Un abrazo, compañero!
Gracias, Tarkion. Sinceramente, pienso que un autor debe tener la predisposición de un niño con sus juguetes cuando se planta ante una página en blanco. Un niño saca su castillo de Playmobil y coloca sus muñecos, pero con eso no basta, luego se fija en su dinosaurio de peluche, en las canicas y hasta sale al comedor para coger algún adorno que tengas los padres. Lo único que le importa al niño es lograr que esa tarde de juego sea apasionante por eso se plantea en cada momento cómo podría hacer su historia más interesante.
EliminarUn autor que pretenda, de entrada, hablar de lo divino o lo humano tendrá muchos números de pergeñar un tostón de aupa. Suelo decir que lo primero es entretener, si además logras inspirar o trascender con tu historia eso ya es la leche. Pero por ese orden.
La ficción del siglo XX estará siempre en deuda con la literatura pulp, y no solo con ella. También con los cómics que eran capaces de contar en cinco páginas una historia perfecta y llena de giros y sorpresas. En España, lamentablemente, no existió esa cultura popular y por eso la literatura siempre tuvo ese halo intelectualoide y elitista. Bueno, mientras lo escribo me retracto recuerdo aquellas novelas de Corin Tellado o los western de Estefania que sí ejercieron esa función de difundir la lectura en tantos lectores. Lastima que el mundo editorial haya renunciado a esa clase de publicaciones baratas pero tan disfrutables. Un abrazo!
Creo q de es tener encantado de la vida -eterna, si acaso- a Carroll John Daly, porque a pasado de ser un completo desconocido para casi todos los q te leemos, a un tipo entre entrañable y admirable en su descubrimiento literario, por más q sus congéneres contemporáneos no le tuvieran en gran estima y es muy cierto q en ocasiones lo q nos hace disfrutar ni es tan sofisticado, sesudo, ni elevado intelectual, ni literariamente hablando ,pero por lo q sea nos engancha y listo !. Así en bajito, te confesaré ( ahora q nadie nos escucha: ) q a mí me ocurrió con esa saga de vampiros caballerosos, q segurísimo conoces, Crepúsculo, la llevaba una amiga un día en la playa y ahí q me puse yo a devorarla un poco avergonzada pero sin poder dejar de leerla : ) En fin, q ser el.padre del antihéroe de libro, duro, a caballo entre poli y alegal, q reparte justicia a su modo... parco en palabras, pero rápido para pelear, disparar y usar esa lógica cuestionable q justificara sus, en ocasiones tb, más q cuestionables acciones, es todo un mérito y por ello justoes justo q si la historia no se lo supo reconocer , al menos tú, amante y conocedor del género lo hagas y además, te honra y de paso, nosotros disfrutamos de ello aquí contigo, así q mil gracias y un abrazo muy fuerte DAVID!
ResponderEliminarAcaba de salírseme un ojo de la órbita al leer este "...porque Ha pasado" que te he dejado sin H y ya no he leído más por si hay más horrores ortográficos, lo siento muchísimo.. soy un desastre en muchas cosas, pero lo mío con la ortografía es una enfermedad, para remate como escribo a toda pastilla y no releo, pasa lo que pasa.. de verdad lo siento mucho, discúlpame por favor!
EliminarGracias, María. ¿A quién no se le cuela alguna errata en los comentarios? A mí el primero. Por supuesto que cada lector es un mundo. Es como la gastronomía. A mí me pones frente a un plato de esa cocina de vanguardia y te diré que no está mal o que está bien. Pero desde luego dudo mucho que supere a unos huevos estrellados de toda la vida. Eso no quiere decir que uno no tenga gusto, sino que cada uno tiene su gusto general y su gusto particular. A ti te pasa con esas novelas de Crepúsculo, a mí con novelas de ciencia ficción o de género negro, da igual su calidad literaria que en realidad es lo de menos siempre que detrás haya algo que remueva ese gusto particular.
EliminarPor ejemplo, las telenovelas siempre me han resultado tediosas y aburridas, pero no por ello les niego su capacidad de atracción para muchos televidentes capaces de seguirlas diariamente y durante tropecientos capítulos. Eso me dice que tienen algo. Rebajarlas o criticarlas sería adoptar una actitud esnobista.
En fin, la literatura es para disfrutarla, así que cada uno lo haga como quiera. Un abrazo!!
Hola, David. Pues tampoco yo había oído hablar nunca de este autor y, por lo que dices, efectivamente merecería que alguna editorial lo rescatase. Has hecho un recorrido estupendo por su vida y el modo en que sus novelas fueron punto de partida de la novela negra moderna y el modelo de detective que el cine convirtió luego en icono. Menudo trabajo de documentación has hecho y qué bien lo has contado. Genial esta entrada.
ResponderEliminarGracias, Marta. A veces prefiero temas o autores de los que hay poca información que otros en los que hay información de sobra. Intento, en cuanto a biografías, meterme en el autor en su mundo. Preguntarme cosas como ¿qué explicaría que alguien tan reservado como Carroll pudiera escribir esos argumentos tan atrevidos? O comparar fechas para encontrar relaciones. En todo caso, trato de evitar el clásico corta pega y aportar algo más de lo que se suele encontrar por internet que muchas veces es un montón de entradas calcadas unas de otras. Un abrazo!
EliminarAtractiva historia la que nos cuentas sobre este pionero de la novela negra. No he leído nada de él, pero si dices que es difícil encontrar algo suyo en español habrá que resignarse...
ResponderEliminarMuy buena entrada.
Abrazos!
Gracias, Ethan. Sí, habrá que resignarse. En X alguien me compartió una reciente antología de relatos publicada por una editorial argentina, así que a lo mejor alguna en España se anima. De este autor, también me llama la atención que no haya sido adaptado al cine, aunque desde luego le hayan parasitado muchos de sus personajes y planteamientos narrativos. Bueno, quizá en su época consideraron que esa fama de mal escritor no era un reclamo para los espectadores. En todas partes cuecen habas. Un abrazo!
Eliminar¡Hola, David! Estás como Nueva York, se dice que nunca duerme, ja, ja.
ResponderEliminarMeterte a indagar tan a fondo sobre este tema del que no existe tanta información como debería, es ya un trabajo sucio, ja, ja, o sea, de detective que da para todo y no descansa hasta lograr el éxito de su caso.
La literatura negra creo que al menos en la adolescencia, gusta a casi todos, y encontrar material crudo y original es un verdadero deleite, porque la rebeldía de esos años mozos nos hace sentirnos tanto héroes como villanos, policías como matones, santos y demonios..., nos disfrutamos esos papeles con tanto agrado y emoción que quedan marcados en la memoria. Y las novelas detectivescas sí que han sido un género versátil, y que una sola persona haya sido el precursor de la mayoría de sus tramas y personajes estereotipos tiene doble mérito.
Interesante todo lo que has recopilado de este personaje tan peculiar y hasta suertudo, porque sin supuestamente ser un verdadero escritor, conquistó al público de su época. Me encanta ese lenguaje que mencionas, esa natural soltura y forma de dirigirse al lector, sin adornos ni buenos modales, y sin seguir las reglas gramaticales, eso es ser auténtico y con personalidad y estilo propio, escribir era sinónimo de jugar a su manera y hacer realidad sus inquietudes infantiles, con razón dio inicio a este tipo de literatura, no podía ser de otra forma.
Gracias David, un gusto leer este artículo, Feliz semana santa, un fuerte abrazo.
Gracias, Idalia. Indagar, lo que se puede, sobre este autor me ha descubierto a un tipo realmente peculiar y desde luego me ha caído simpático desde el primer momento. Es una rara avis de su época. Mientras que la mayoría de escritores de novela negra solían ser muy fiesteros, con mucha vida y experiencias, a este tipo le daba miedo salir de su casa y, sin embargo, con solo su imaginación fue capaz de enganchar a muchísimos lectores. Él no necesitaba vivir los bajos fondos o prendarse de bellas y peligrosas mujeres como, de hecho, tampoco lo harían sus lectores. Le bastaba la idea más o menos general y vaga de cómo podrían ser las cosas para, desde ahí, hacer partícipe del juego a su lector.
EliminarLo curioso es que muchos de los autores que lo denigraron, luego copiaron y adaptaron su estilo o su tipo de personaje para sus novelas. De hecho, solo con ver sus planteamientos creo que a todos nos vienen a la cabeza miles de novelas o películas posteriores. Por eso hay que homenajear a este tipo que fue el primero en atreverse a plasmarlo negro sobre blanco. Un fuerte abrazo!!
Curioso que la calidad de su escritura no fuera pareja con el éxito entre los lectores. Está claro que, a veces, la crítica "experta" va por un lado y los gustos del público por otro.
ResponderEliminarSi haber leído nada de Carroll John Daly, puede que su manera de escribir y sus historias fueran más asequibles al público diana. En otro orden de cosas, a mí me pasa algo parecido con las películas, cuantos más premios reciben y mejores críticas tienen más insufribles me resultan.
Gracias por tan fantástico reportaje, David.
Un abrazo.