¡NUNCA TE FÍES DE UN ESCRITOR DE NOVELA NEGRA!


¡Damas y caballeros! Bienvenidos a una nueva etapa de Balas y Estrellas
    Lo apropiado sería comenzar con alguna explicación del porqué de este tiempo de silencio. No sé, tal vez algún secuestro… Hum... Mejor no. Seguro que haríais preguntas y tendría que dar demasiadas explicaciones. Quizá sería menos comprometedor contaros que he estado involucrado en algún turbio asunto del que algún día os daré detalles, eso siempre genera expectación. Aunque, tal vez, en esta época tan cándida podría inventarme alguna dramática historia personal para soltar lagrimillas y amarrar unos cuantos likes solidarios…
    Se me ocurren unas cuantas cosas más, pero ya sabéis que Balas y Estrellas es un espacio analógico, libre de corrección política, bienquedismo y demás postureos. Así que la única razón de la ausencia ha sido…
  Bueno, ¿de verdad os fiaríais de lo que os cuente un aspirante a escritor de novela negra?
  Antes de responder, os invito a conocer tres historias protagonizadas por escritores de novela negra de verdad.

El telegrama maldito

Cuando leí esta práctica de Sir Arthur Conan Doyle me dije que podríamos usarla antes de cada convocatoria electoral y, así, asegurarnos de que los diputados que nos representan en el congreso sean, no ya eficaces o trabajadores —eso es imposible por definición—, sino al menos honrados y ejemplo de lo que predican.

  El creador de Sherlock Holmes era inglés y, como tal, bastante guasón. También era escritor de novela policíaca, así que desarrolló cierto instinto de desconfianza cuando conocía a alguna persona que, además, pretendiera su amistad. Es por eso que ideó un sistema para asegurarse de la honorabilidad de sus amigos: enviarles un telegrama anónimo con el siguiente contenido:
«¡Huye inmediatamente! Todo ha sido descubierto»
    Parece ser, según cuenta la leyenda, que más de uno salió escopeteado de sus mansiones tras recibirlo y nunca más se supo del sujeto en cuestión.

Y es que, reconozcamos, todos tenemos algo escondido en el armario. En la mayoría de los casos solo se tratará de un simple par de calcetines sucios; pero, ¿pondríais la mano en el fuego para asegurar que alguno de quienes os rodean no tenga escondido un cadáver?

¿Qué os parece? ¿Os animáis a enviar un email así a algún amigo, conocido o pareja con ese mensaje de advertencia? Si es así, ruego compartáis en el blog su reacción.

Noticia de última hora

En España, año 2025, en el horario de prime time televisivo se emiten dos programas, al parecer, de entrevistas llamados La revuelta y El hormiguero. Para quienes no los conozcan basta decir que en ellos se somete al invitado de turno a preguntas chorra y distintas pruebas para mayor lucimiento de sus respectivos presentadores. En mi opinión, ambos tienen más amigos y contactos en las altas esferas que gracia, pero de la elección del espectador dependerá que su alma arda en el infierno o disfrute su eternidad en el cielo. Ya sabéis, cosas de estos tiempos tontopolitizados.

    Hace casi un siglo ya, en Inglaterra, en el prime time radiofónico se hablaba de literatura. En concreto, el día 16 de enero de 1926, la BBC emitía un programa donde el escritor de novela policíaca Ronald Knox analizaba la Elegía sobre un cementerio de aldea de Thomas Gray.
    
    A Knox ya lo mencionamos en la entrada dedicada al London Detection Club y, además de ser un destacado escritor, estableció en 1929 el famoso Decálogo de Ficción Detectivesca con las reglas que todo escritor de bien debería seguir para su novela de detectives.

    Pues bien, parece que aquel día londinense era bastante frío y nevaba, así que la población se encontraba en sus casas, tomando tranquilamente su té al cobijo de sus mantitas. Sin embargo, a eso de las siete y media, Knox interrumpió su disertación para leer el siguiente comunicado:
“Una manifestación de desempleados se ha reunido en Trafalgar Square y está provocando varios incidentes y saqueos en la National Gallery. Seguiremos informando”.
    Tras el avance de esta información, Knox dio paso a unos minutos musicales de la banda del Hotel Savoy, pero al poco volvió a interrumpir la emisión informando de que la manifestación avanzaba por la ciudad e incluso que estaban atacando con botellas vacías a los patos de St. Jame’s Park. Desconozco si el anadecidio alteró demasiado a la audiencia, pero lo que seguro la atemorizó fue la siguiente información:
“Eh, ¿qué es eso? Un minuto, por favor. De los informes que acaban de llegar, parece que Sir Theophilus Gooch, que se dirigía a esta estación, ha sido interceptado por los restos de la multitud que todavía se había reunido en Trafalgar Square, y está siendo asado vivo.”
    Nadie sabía quién narices era ese señor, pero que lo asaran vivo desde luego que era mucho más inapropiado que lanzar botellas a los patos y eso conmovió el corazón de las buenas gentes. En la siguiente nota informativa Knox contactó con un reportero cuya voz era casi inaudible por el ruido de explosiones:
“La torre del reloj, de 320 pies de altura, acaba de caer al suelo, junto con el famoso reloj Big Ben”.
    Eso sí les puso los pelos de punta, una cosa es el cocinado de mister Gooch y otra que la joya de Londres hubiera sido destruida. Los interminables minutos musicales dieron paso a noticias tan espeluznantes como el ahorcamiento del ministro de transporte. Finalmente, hasta la propia banda musical del hotel Savoy dejó de tocar por que el hotel fue asaltado y sometido a las llamas.

    El punto final llegó cuando la manifestación alcanzó la propia BBC y Ronald Knox ya no pudo seguir informando.

  Durante la transmisión, los atónitos oyentes estaban tan aterrorizados y preocupados que decidieron tomar cartas en el asunto. Por supuesto, —que eran ingleses, pero no tontos— ninguno salió a la calle para comprobar los hechos, pero sí colapsaron las líneas telefónicas. Así, hubo quienes llamaron al Almirantazgo exigiendo el envío del acorazado de la Marina Real al Támesis para sofocar la rebelión; por supuesto, también a Scotland Yard o las distintas policías locales; también al propio Hotel Savoy, cuyo gerente admitió al día siguiente haber recibido más de doscientas llamadas de cancelación de reserva o interesándose por la seguridad de algunos conocidos que en ese momento estuvieran en el hotel.

    Tal vez, si la audiencia hubiera prestado más atención al inicio se hubieran evitado un sofoco —aunque también una tarde la mar de entretenida—, puesto que Knox informó de buen principio que el comunista organizador de la rebelión era un tal señor Popplebury, el secretario del Movimiento Nacional para la Abolición de las Colas en los Teatros.

   Si queréis más información de este suceso os recomiendo el artículo Terror sagrado: el primer gran engaño radiofónico del portal www.planetslade.com

   Se trataba de una broma, claro. Una sátira titulada Llamando a las barricadas de la que, a buen seguro, tomaría buena nota Orson Welles, cuando años más tarde repitió el experimento en su famosa dramatización radiofónica de La guerra de los mundos.

Si de todas formas me voy a matar... mejor hacerlo a lo grande

Se suele creer que la mayoría de los suicidas deja una nota explicando los motivos que le han llevado a semejante decisión. Esto parece que es más una leyenda urbana que una realidad y, apenas, solo un diez por ciento lo hace. No obstante, el escritor de novela negra Eugene Izzi dejó una muy particular.

    La verdad es que desconocía a este autor hasta que me enteré de su muerte, pero una profunda investigación en la Wikipedia me ha descubierto a un escritor al más puro estilo del clásico Hard Boiled, pese haber nacido varias décadas después.

    Su vida fue complicada y marcada por el alcohol, la miseria, la cárcel, la depresión y el fatalismo. Pese a todo, siempre quiso ser escritor, pero su obra no tuvo ningún interés hasta que tuvo una revelación.

    Esta le vino en la trastienda de una barbería donde le permitían pasar la noche a cambio de limpiar y ayudar en el negocio. Parece ser que una de esas noches se la pasó leyéndose a sí mismo y se dio cuenta de que lo único que hacía en sus historias era autocompadecerse a través de sus protagonistas: todos incomprendidos y rechazados por la mujer que aman. Ello hizo que se replanteara su escritura. Comenzó a escribir historias de verdad y no solo consiguió que se las publicaran, sino que hasta se reconcilió con su esposa.

    Así, en 1987 publicó su primera novela The Take y otras dos al año siguiente. Y a esas les siguieron otras dieciocho.

    Las buenas críticas lograron que la editorial Bantam Books apostara fuerte por él confiando en que pudiera codearse con autores como Elmore Leonar o Ed McBain, así que le pagó un excelente adelanto por su novela Tribal Secrets en 1992. Lamentablemente, la novela parece que era bastante mala y no se vendió, lo que puso fin a la relación con la editorial.

    No obstante, siguió publicando novelas sin demasiado éxito hasta que el día 7 de diciembre de 1996 la policía de Chicago recibió el aviso de que un tipo colgaba de la ventana de un decimocuarto piso. Al recuperar el cuerpo, los investigadores se quedaron perplejos.


    Llevaba puesto un chaleco antibalas y, en los bolsillos de su traje, encontraron unos puños americanos, un spray de gas pimienta, 481 dólares en efectivo y un CD. Parece que sus bolsillos no tenían nada que envidiar al de Doraemon, el gato cósmico.

    Además, en el interior del piso encontraron varias armas de fuego cargadas y hasta un mensaje en el contestador amenazándolo de muerte, entre otros indicios que llevarían de cabeza a los detectives de homicidios. Por si fuera poco, los amigos y conocidos del autor les informaron que llevaba un tiempo infiltrado en un grupo supremacista para documentar su siguiente novela.

    Novela que, por cierto, estaba guardada en el CD y que, al analizarla, resulta que contenía una escena calcada a la macabra perfomance que rodeaba el cadáver.

    Finalmente, la autopsia reveló que el cuerpo no presentaba signos de violencia y que la causa de la muerte fue el ahorcamiento, tal y como pareció de buen principio. Además, la supuesta amenaza telefónica grabada en el contestador fue guionizada por el propio Eugene quien contrató a una mujer para dejar el mensaje. Todo ello, junto a la falta de huellas y signos de lucha en la vivienda llevó a que el caso se resolviera como suicidio.

La cuestión es ¿por qué se suicidó e ideó este montaje? Quizá, la siguiente cita nos revele algo.
“Soy un infarto andante. Es la forma en que elijo vivir. Me niego rotundamente a tener ochenta años y necesitar que alguien me alimente y me cambie los pañales. Prefiero salir temprano”.
Eugene Izzi, entrevista de 1994
    Por esa época estaba enfermo, pero quién sabe. Quizá pretendió que esa puesta en escena del crimen manipulada le otorgara un aura de misterio que relanzara su obra, aunque él ya no estuviera en este mundo para disfrutar de su éxito. Esta hipótesis no fue bien acogida por sus conocidos, dado que Izzi era bastante tímido y poco dado a la publicidad. Pero, si fue esa su intención…

    Lo consiguió.

    Dos años después se publicaría una de sus novelas que permanecía inédita en el momento de su muerte, El criminalista, que no solo se convertiría en un éxito de ventas, sino que fue muy alabada por la crítica.

    Si queréis más información de este suceso os recomiendo el artículo publicado por la revista EsquireEl novelista policiaco que escribió su propia escena de muerte

¿Os dais cuenta ahora de que no hay que fiarse de un escritor de novela negra?
Foto del autor

David Rubio

Escribiente aficionado al género negro. Si quieres plantearme una propuesta que no pueda rechazar, soy un chico fácil, puedes hacerlo al mail balasyestrellas@gmail.com o si te apetece puedes seguirme en estas redes.

Comentarios

  1. Bienvenido de nuevo, David, y espero que lo hayas pasado bien en estos meses en los que seguro has cocinado alguna idea de la que sabremos en algún momento je, je. Todo lo relacionado con el género negro sigue al alza y el público parece sediento de historias truculentas, misteriosas o de la clásica investigación negro criminal. El telegrama maldito es una manera de demostrar que todos guardamos algún secreto inconfesable; espero eso sí que los armarios o paredes no guarden demasiados muertos empotrados :)))
    Bueno y ya sabemos de dónde tomó nota Orson Welles para su famoso programa de radio. Hoy en día sería más complejo aunque ha decir verdad los bulos informativos o la desinformación se han convertido en el pan nuestro de cada día. Respecto a la última historia creo que solo un escritor puede preparar una escena del crimen -del suicidio- tan de película como lo hizo Eugene Izzi. Pensándolo de alguna manera todas estas anécdotas e historias beben a su manera de Cervantes y a su quijotesca manera de afrontar la escritura y la creación de personajes.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Gracias, Miguel. Lo bueno de las largas ausencias es que de alguna manera, cuando regresas, todo parece comenzar de nuevo, incluido ese gusanillo al publicar.
      Bueno, sin duda que todos tenemos secretos más o menos confesables, afortunadamente, la vida sin misterio ni sospechas sería muy aburrida.
      Lo gracioso de esa historia de Knox es que en su momento, en USA tomaron por tontos a los ingleses y, en la portada que reproduzco decían que algo así jamás pasaría en yanquilandia, je, je, je... De los bulos de hoy, lo peor es que ya no tienen ni gracia, ni los que nos cuentan los políticos, los telediarios, las redes... Quien esté libre de bulo que tire la primera piedra.
      La última historia, sin duda, es bastante amarga, aunque haya tirado un tanto de humor negro. Al conocerla, pensé que ese episodio podría dar para una película. Un fuerte abrazo!

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  2. Vaya David, ¡qué buen post! ¡Cuántas cosas interesantes! Por ejemplo, yo pensaba que la transmisión de La guerra de los mundos había sido la primera y mira que acá nos das la información de que antes ya había habido una tomada de pelo anterior. Y bueno, lo del Telegrama es una idea estupenda, aunque ahora creo que ya no hay dónde enviarlos, tendría que ser más bien un whatsapp desde un número desconocido jejeje. Y muy interesante lo del escritor que montó su propia escena de muerte, creo que lo que quiso al final fue burlarse de todos y le salió bien. Un grato rato de lectura y una enseñanza: nunca confiarnos de los escritores de novela negra jejeje. Gracias.

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    1. Gracias, Ana. Para añadir información, unos poquitos años después del programa de Orson Welles se repetiría la experiencia en Quito y creo que a finales de siglo pasó algo parecido en México, en este caso con algo de un meteorito.
      En efecto, hoy lo propio sería un guasap de esos. Algo así como "Me lo acaban de decir. Tenemos que hablar", no sé, pero creo que más de uno se llevaría una sorpresa, ja, ja, ja.
      En realidad, creo que Izzi estaba bastante enfermo y puesto a terminar con su vida, quiso hacerlo a lo grande. En cualquier caso, es una historia de la ese autor que bien podría trasladarse al cine como le comenté a Miguel. Un abrazo y me alegra que te haya gustado está rentré del blog.

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  3. Veo que todos teníamos entente lo de Orson Wells, pero ya has aclarado la cronología
    Lo del telegrama no creo hoy tuviera ña misma repercusión. Ahora, cuando toso de ha descubierto, somo es el principio de negarlo todo, y esperar a que escampe y otra noticia mate el descubrimiento. El que resiste gana. La dignidad murió a manos de la resiliencia y el relato de los hechos.
    L performsnce es otr forma de bulo, como lo de la radio, pero con consecuenciasas serias. Este, sl menos , ha invertido algo.
    Abrszool David
    Ya has vuelto?
    Semanal?

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    1. Gracias, Gabiliante. Una de las cosas que me ha permitido mi ausencia es leer sin ton ni son, así a lo bruto sobre cualquier cosa. En uno de esos atracones di con esta anécdota y me dije que no podía dejar de compartirla. Hilando con lo siguiente, parece mentira que con la cantidad de contenidos interesantes que podemos encontrar los medios de información se centren cada día en sus cuatro tonterías repetitivas hasta el hartazgo y siempre enfocadas desde el mismo punto de vista.
      Es lo que comentas, ahora ya no se informa o debate, simplemente se traslada el relato que impone el Poder de cada zona geoestratégica y cada día lo mismo. Afortunadamente, tenemos las bibliotecas, los libros antiguos y las películas clásicas para disfrutar y darnos cuenta de que, en realidad, tampoco te creas que todo está tan descubierto o aclarado.
      Bueno, de momento tengo once artículos ya escritos, ja, ja, ja. Así que las próximas once semanas aparecerá puntualmente cada uno. Un fuerte abrazo!

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  4. Estoy descubriendote, me encanta pero debo volver con tiempo para entrar en tu mundo misterioso,lo hare un dia de estos mientras te dejo un abrazo grande!

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    1. Gracias, Menta. Encantado de conocerte y, por supuesto, por aquí estarán los contenidos del blog mientras Blogger mantenga la plataforma. Un abrazo

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  5. Cómo nos alegramos de tu vuelta y poder leer estos post tan maravillosos en 'Balas y Estrellas'.
    Yo no mando el telegrama, no vaya a ser que me sorprenda hasta yo, jejeje.
    Desconocía que Orson Welles no fuera el primero en preparar semejante engaño, me ha parecido una historia muy interesante. Esto me ha traído a la memoria, un engaño televisivo realizado por el programa de Jordi Évole, sobre el 23-F (he de decir que me creí enterito el programa) que también dio que hablar los días siguientes.
    Muy curiosa la historia del escritor Eugene Izzi, la verdad que da para pensar...
    Lo dicho, me alegra que estés de vuelta! Un fuerte abrazo, David!

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  6. Jugoso y ameno, como siempre... Pero... ¡menudos tres! jaja :) Me parece a mí que estos se divirtieron un buen rato, incluso el último desde el más allá...
    Definitivamente, no podemos fiarnos de un escritor de novela negra :) así que no voy a preguntarte ;).
    ¡Fenomenal tenerte con nosotros! Me ha dado mucha alegría verte por mi blog. Ahora el tuyo tiene blanco en vez de negro en la cabecera, está muy bien, parece que resalta más la pistola. Por cierto, ¿dejas lo de estrellas porque aún escribirás algo de ciencia ficción o tiene otro significado... ?

    Un abrazo bien grandote! :)

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  7. Yo creo que, así, a bote pronto, no hay que fiarse de ningún escritor, ja, ja, ja. Por cierto, me he estremecido con la palabra "anadecidio".

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  8. ¡Bienvenido al ruedo David!
    Qué alegría encontrar a Balas y Estrellas encendido, hacías mucha falta ya. Hasta iba a contratar a un detective para saber si estabas aún con vida, ja, ja.
    Interesante estas tres historias que nos traes.
    Lo del telegrama me parece una genialidad o ¿quizás el colmo de la inseguridad o desconfianza? ja, ja.
    Lo del programa de radio bueno eso si que fue bastante engorroso y además exagerado, porque lo de Olson entiendo que sería menos creíble, aunque lo fue al parecer.

    Sobre eso te cuento que aqui en el país hace unos buenos años atrás, se corrió la voz ya casi de madrugada de un maremoto, fue algo increíble como toda la población que estaba cerca de las costas se movilizó, mis hijos estaban aún pequeños y los despertamos ya que vivimos muy cerquita del mar, aunque de entrada negamos que eso fuera posible y no pensamos salir, pero llegó un familiar de uno de los vecinos diciendo que el mar estaba ya en la avenida, y al ver a todos los vecinos salir, pues también lo hicimos, subimos todos en vehículos al parque mirador sur, que tiene farallones bien altos a todo su alrededor sur, pero ya llegando y amaneciendo la policía empezó a alertar a todos a que volvieran a sus casas que era una falsa alarma y que les podían ir a robar sus pertenencias, dimos la vuelta y regresamos, no imaginas la de cuentos que todo esto generó. Después de tanto pánico las historias corrieron, de todas las cosas que se vieron hacer y oyeron decir ante tal suceso. Aqui te dejo un enlace noticioso donde se recuerda el hecho
    https://acento.com.do/opinion/la-vez-que-venia-un-maremoto-8976609.html

    La historia del tercer caso interesante y el final es hasta espeluznante, ¿sería suicidio de verdad? ¡Uhmmm!

    Gracias David por esta entrega informativa y entretenida que ha traído de vuelta al blog.
    Contestando a tu pregunta inicial te dire que si el escritor eres tu confío en tu palabra, de los otros lo pondría en duda, tienen tanto material oscuro en sus mentes que vaya usted a saber, ja, ja.
    Un fortísimo abrazo y un gusto leerte de nuevo. adelante comandante...

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  9. Veo que bauticé de nuevo a Orson Welles, ja, ja, perdón.

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