LAS NUEVAS MÁQUINAS DE LA VERDAD | Buscando la mentira en la voz, los ojos... y el cerebro

Soy de los que piensa que la sinceridad está muy sobrevalorada. ¿Os imagináis un mundo en el que no existiera la mentira? Los que hayáis respondido con un “ojalá” es que no lo habéis pensado bien. Como vimos en la anterior entrada , en el s. XX fue el polígrafo, el detector de mentiras más popular, aunque su eficacia para tal fin sea más que cuestionable y eso llevó al invento a ser calificado como pseudociencia. Pero eso no significa que los científicos hayan cejado en su empeño en pos de la verdad. LAS NUEVAS MÁQUINAS DE LA VERDAD

SELECCIÓN DE PERSONAL


Algunos dicen que lo que nos empuja hacia adelante es el amor; otros, las ilusiones. Pero, quizá, la verdadera razón sea menos hermosa. Quizá se reduzca a nuestro instinto más primario: la supervivencia.
    Odiamos aquello que pueda amenazarla, pero ¿cuánto tiempo necesitamos para ello? ¿Años, meses, semanas? Quizá, solo hagan falta unos pocos minutos si se dan las circunstancias adecuadas.
    Pasen y lean...

SELECCIÓN DE PERSONAL

Te preguntas cuánto se puede llegar a odiar a quien solo has conocido media hora antes. Lo haces cuando aún tienes las manos entumecidas, observando al tipo que yace en el suelo del ascensor con los ojos todavía abiertos. Escuchas la voz administrativa que informa, a través del intercomunicador, que se ha resuelto la incidencia y el servicio se reanuda.
    Resoplas.
  Sientes un sudor frío. Miras hacia el espejo y sueltas un poco el nudo de tu corbata. Consultas el indicador de planta. El ascensor se detuvo faltando veinte pisos para alcanzar las oficinas donde te harían la última entrevista. Ahora marca la número once.
   Hacía meses que no lograbas llegar tan lejos en unas pruebas de selección de personal. Has ensayado mil veces el apretón de manos inicial y la pose segura pero cercana. Necesitas este trabajo, pero vuelves a mirar hacia el suelo. ¿Por qué tuviste que aguantar la puerta a ese imbécil? Ya habías marcado la planta. Hubiera bastado con hacerte el distraído mirando el móvil y el ascensor se habría cerrado. Pero no, tuviste que escucharlo y verlo correr hacia ti. Y tú, imbécil, decidiste poner la mano en la puerta para evitar el cierre.
    Sí, eso hiciste. 
    Y también lo estrangulaste.
    Planta 15. ¿Habrá cámaras? No lo crees. La voz que anunció la reanudación del servicio sonaba normal. Nadie te ha visto hacerlo. Al llegar, podrías salir y dirigirte con la cabeza bien alta a la entrevista, sin más.
    ¡Estúpido! El portero os vio y seguro que en el vestíbulo sí que hay cámaras de seguridad. Cuando descubran el cadáver revisarán las imágenes y saldrá tu cara de perdedor mientras impides que la puerta se cierre. Podrías decir que se murió de súbito. ¿Tal vez un ataque al corazón? El hombre estaba nervioso por haberse quedado encerrado y esas cosas pasan. Podrías decir eso, gritando, asustado.
    Pero te arrodillas junto al tipo. Corres el nudo de su corbata y le desabrochas el botón de la camisa. Observas la marca morada que rodea su cuello. Cualquier forense confirmaría que fue estrangulado. Te condenarán. Por más que les expliques que la culpa no es tuya, sino de la empresa que había decidido citar a la misma hora a los dos aspirantes al puesto.
    Planta 25. Quizá fue el ascensor. Intentas convencerte de que si se hubiera parado solo diez minutos no habría sucedido nada. Fantaseas con la idea de que, tal vez, el ascensor quería que lo mataras. Esperó sádicamente a que lo odiaras lo suficiente. Y ese arrogante se lo merecía. Si hubiera estado callado seguiría paseando su condescendencia por las calles. Pero no, tuvo que decir que este trabajo, del que depende tu familia, para él no era más que algo transitorio, mientras estuviera en la ciudad. Te restregó su preparación, te mostró con sutileza que no tenías ninguna opción. Si hubiera sabido que el banco iba a desahuciarte a lo mejor habría sido más discreto.
    Pero no lo sabía.
    Y ahora está muerto.
  Intentas encontrar otra excusa. Piensas que a lo mejor solo eres víctima de una traición del destino, aunque ese cliché no te servirá ante la policía. Ni ante el juez. El diccionario tiene una palabra para definir en lo que te has convertido: asesino. Irás a la cárcel. Tu mujer tendrá que explicar a los niños por qué su papá ya no vive con ellos.
    Debes huir.
   Quizá no haya nadie cuando el ascensor llegue a la planta 30. Podrías largarte por las escaleras. ¿Quién podría negar que él seguía vivo al bajarte? Hay mucho loco por ahí. Tal vez tuvo la mala suerte de encontrarse con uno.
   El ascensor se detiene. Llenas los pulmones de aire mientras las hojas de su puerta se deslizan lateralmente. Y entonces ves al hombre trajeado y sonriente que está esperando en el vestíbulo. Sientes alfileres danzando en tu estómago.
    Te mira a los ojos.
    Te habla, sin perder la sonrisa
    —El señor Sánchez, ¿verdad?
    Su tono es cordial. Piensas en cómo es posible que no te pregunte por el cadáver.
    —Sí, soy yo —respondes intentando mostrar la misma naturalidad.
    —Buenos días, soy el adjunto a Dirección. Le estábamos esperando.
    Estás seguro de que ha mirado dentro. ¡De que ha visto el cadáver! ¿Por qué no muestra un mínimo signo de asombro?
    —Disculpe la tardanza. Nos hemos parado en la planta 10… —dices.
  —No se preocupe, conocíamos la incidencia —te responde indicando con la cabeza que lo sigas.
   Lo haces hasta llegar al despacho de Dirección. Te abre la puerta. Tras una mesa, la persona que decidirá tu futuro te sonríe mientras dobla un periódico deportivo.
    —Siéntese, por favor.
    Tomas asiento, el tipo que te acompañó permanece de pie, apoyado en la puerta. El director te acerca un documento con un bolígrafo encima.
    —Bienvenido. Este es su contrato.
    —Pe… pero ¿así? ¿Sin entrevista?
  —No hace falta. Ya ha demostrado tener lo necesario para este trabajo. —El director mira detrás de ti, dirigiéndose a su adjunto—. ¿Se ha solucionado ya la incidencia del ascensor?
    —Sí, señor. El personal de mantenimiento se está encargando de ello.
    Se te pasan muchas cosas por la cabeza, pero ya no son importantes.
    Tienes el trabajo.

    ©David Rubio

Nos vemos la próxima semana. Mientras tanto, recordad...

Sed muy felices y moderadamente malvados
sobre mi

DAVID RUBIO

Aunque no sea lo mismo que compartir una buena charla acompañada de un café bien negro, te propongo quedar en otros espacios virtuales donde también suelo perpetrar publicaciones. Clica sobre los siguientes iconos o envíame un mail a balasyestrellas@gmail.com.

Comentarios

  1. Impresionante, David. Pensaba que se trataba de un artículo, con la manera en que has empezado, pero sin ser consciente me he visto envuelto en un absorbente relato de intriga. La segunda persona está usada cona maestría; agarra al lector, o por lo menos a mí, y te lleva en volandas como si me estuviera hablando, pasando por todo el proceso, explicando qué ha ocurrido, comprendiendo su psique, entendiendo su porqué, empatizando con ello, a pesar de la atrocidad. Luego se abre el ascensor y todo cambia, primero pensé que era una alucinación del prota por nervios, luego un juego de doppelganger, pero el final me ha pegado de morros con la realidad. Menudo giro. Eso sí que es una entrevista de trabajo que te lleva al extremo y saca todo lo que tengas dentro, ya sea lo mejor o lo peor.
    Felicidades, maestro, me has dejado com la boca abierta y con una advertencia grabada en mente: no volver a pillar un ascensor.
    Un fuerte abrazo!

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    1. Gracias, Pepe. Soy muy fan de aquellas series de TV de antes, tipo Historias para no dormir, Alfred Hitchcock presenta... La dimensión desconocida. Las adoro y lamento que hoy día no sigan emitiéndose en lugar de esos tostones, para mí, que estiran la historia más allá de lo recomendable. Pues en ellas, siempre había una intro, y bueno, siempre me gusta ponerla.
      Los finales sorpresivos son complicados, cuando se logra es satisfactorio, pero ya me conformo con que sean coherentes. Los que siempre evitaré son los finales tipo despertar de un sueño o alucinación o cosas así. En la medida de lo posible, siempre quiero que lo se lee es lo que está pasando. Luego el problema es resolverlo, ja, ja, ja. Un abrazo!

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  2. ¡Hola, David! Yo también pensaba que era un artículo lo que iba a leer y me he encontrado de repente sumergida en un asesinato y compartiendo ascensor con un psicópata y un final demoledor.
    Muy buen relato.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Gracias, Lebasi. Intento alternar contenidos por aquello de que en la variedad está el gusto. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo!

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  3. Sea quien sea el que este detras de esa organizacion debe ser alguien muy poderoso o mejor dicho muy peligroso. Quizas no convenga trabajar para ellos. Pero, ¿comó negarse?

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    1. Gracias, Jose. Sin duda debe ser una empresa y un puesto no apto para cualquiera, je, je, je... Un abrazo!

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  4. No hay mejor currículum que una demostración de fuerza y de anteponer todo para conseguir un trabajo para el cual se requieran pocos escrúpulos. Empleado y empleador lo tuvieron claro je, je.
    El relato es vivaz, se lee de manera muy ágil y el giro final es maestro.
    Enhorabuena, David.
    Abrazos.

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    1. Gracias, Miguel. Bueno, no sé si es maestro o predecible. Los giros finales sorpresivos son difíciles de lograr y más cuando es un recurso muy utilizado hoy día. Al menos me conformo con que sea coherente con la historia. Un abrazo!

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  5. Mucha agilidad con ese narrador en segunda que habla al lector. Me ha parecido un gran relato. Mucho pulso en el manejo de la tensión y frases cortas. Secas y precisas. Un ascenso a los infiernos para el protagonista, que al final logra el trabajo y nos proporciona un magnífico clímax a los lectores. Un abrazo.

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    1. Gracias, Pedro. La segunda persona en el narrador es un recurso ideal para crear situaciones en las que de alguna manera el personaje se disocia de la realidad y se mete en sus pensamientos como si fuera otra persona viéndose a sí misma. Pensé que en este caso era el más adecuado. Un abrazo!

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  6. Muy bueno. Eso es conseguir un trabajo habiendo demostrado la valía desde antes de entrar en la empresa. Ese ascensor debe tener cámaras, seguro :-)

    Un abrazo fuerte, David.

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    1. Gracias, Maripau. Creo que se están poniendo de moda en algunas empresas procesos de selección de personal un tanto peculiares. Espero que no lleguen a algo por el estilo. Un abrazo!

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  7. Las empresas cada vez exigen más a los candidatos a un puesto. Más que la aptitud para desempeñar el cargo que desean cubrir, lo que realmente valoran es la actitud, la iniciativa y cómo será capaz de superar los obstáculos que se le presenten para conseguir su objetivo. Y ese candidato asesino desempeñó perfectamente ese papel al eliminar al primer obstáculo que se le puso delante y que podía dar al traste con su primer objetivo: conseguir el puesto de trabajo que tanto deseaba.
    Me ha gustado el modo con el que has desarrollado la historia, dejando para más adelante la explicación del suceso en el ascensor y para el final la bomba que nos ha explotado en toda la cara, je, je.
    Un abrazo, David.

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    1. Gracias, Josep. La verdad es que no he pensado a qué se dedica la empresa. Que sea una de asesinos a sueldo casi diría que me daría menos miedo a que fuera una farmacéutica, una constructora o, por qué no, una editorial, ja, ja, ja...
      Ahora todas las empresas se muestran muy sostenibles, inclusivas y solidarias... como si siendo así realmente ganaran dinero. Pero bueno, vivimos una era virtual, donde todo es simple apariencia y postureo. Un abrazo!

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  8. Madre mía, qué intriga y qué final. El ritmo es muy bueno, empiezas a pensar que el protagonista está chalado y paranoico porque no ven el cadáver, y resulta que los psicópatas son los empleadores que han encontrado el tipo perfecto.
    Se te olvidó poner el nombre de la empresa, como aviso a quienes están buscando empleo.
    Genial, David.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, Paloma. Intento ser honesto con el lector y ofrecerle historias en las que lo lea sea lo que esté pasando, sin sueños ni alucinaciones, que es un recurso que me parece facilón y un poco juego sucio. Como he comentado por ahí, no he pensado a qué se dedica la empresa, pero quizá lo menos peligroso sería que fuera una banda de sicarios, je, je, je... Un abrazo!

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  9. Una selección de personal que no deja duda acerca del trabajo que ofrece... Un relato impresionante, David, con mucho ritmo en la lectura, suspense creciente en la trama y un final ingeniosísimo e inesperado, absolutamente genial. Me ha parecido fantástico.

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    1. Gracias, Marta. Para algunos, el trabajo dignifica; otros lo enlazan más con aquello de ganarás el pan con el sudor de tu frente. Quizá ni lo uno ni lo otro, aunque la gran mayoría de la población debamos hacerlo para vivir. Al final, la necesidad siempre será el arma más poderosa del sistema y, en muchas ocasiones, saca lo peor de cada uno. Un abrazo!

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  10. Está claro que no todos los trabajos tienen las mismas exigencias y tu personaje era el más indicado para éste en concreto.
    Buenísimo. Me ha encantado. Atrapas desde la primera frase y mantienes el ritmo hasta el final.
    Un beso.

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    1. Gracias, Rosa. Me alegra haberte tenido pegada a la pantalla. Un abrazo!

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  11. ¡Hola, David! Magnífico relato. Esa sensación de cuenta atrás planta por planta aporta como el ritmo del tic-tac de un reloj y la narración directamente hacia el lector, como si fuera el personaje protagonista, transmite una sensación completamente inmersiva. Me han parecido muy buenos estos dos efectos!!
    Por otra parte, el final es inquietante. Queda en el aire qué tipo de trabajo será, posiblemente uno que no precise de muchos escrúpulos...
    Un abrazo.

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    1. Gracias, M.A. En un espacio cerrado tienes que recurrir a truquillos narrativos. La segunda persona me permitía darle rienda suelta a los pensamientos del personaje, que es la única acción del relato. La cuenta atrás de las plantas era un poco como la de una bomba a punto de estallar e intentar mostrar el distinto paso del tiempo: objetivo y subjetivo. Un abrazo!

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  12. ¡Hola, David!
    Me ha encantado leer este relato marca de la casa. Atrapante tal cual lo es el ascensor y la mente humana que no deja elucubraciones al azar, cuando sabe que ha actuado mal le da todos los giros posibles al evento... Caray, cuando se necesita un trabajo, hay que tener agallas para no dejar que ningun pendejo te lo robe, ja, ja.
    Tienes la grata manía de ponerle un ritmo único a tus relatos, las palpitaciones van subiendo al ritmo que vamos leyendo y se van descubriendo (en este caso ocultando) las pistas y ¡Zas!, un sorpresivo final inesperado te deja helado y perplejo, con ganas de estrangular al director de la compañía, por jugarle sucio también al lector, ja, ja.
    Me pregunto si seria así que El Padrino contrató a sus matones, ja, ja, excelente David.

    Un abrazo fuerte, seguido de un entusiasta aplauso.

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    1. Gracias, Idalia. Es que soy de los que piensa que el lugar donde la acción es más desenfrenada es justo en la mente de las personas. ¿Cuántas ideas, recuerdos, justificaciones, pensamientos o anticipaciones puede generar en solo un minuto? Como bien dices, ante cualquier acto cuestionable, solemos primero justificarnos, compadecernos y, si no queda más remedio, asumir las consecuencias. Pero hasta llegar a ese extremo le damos mil vueltas a las cosas para no reconocer que somos los malos de las películas.
      Lo del ritmo, no sé. Es verdad que escribo "viendo" la historia en imágenes, un poco como si fuera una película en mi cabeza, quizá ese sea el secreto... o tú que me lees con muy buenos ojos, ja, ja, ja. Un abrazo!

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  13. Genial.
    Ya imagino que el trabajo debía consistir en matón a sueldo... ja, ja, me has despertado una sonrisa al final, por lo inesperado. Eso es la vida. A veces (diría casi siempre) sucede lo que menos esperas...
    Me encanta ese estilo tan directo, desde la segunda persona ( y es muy ingenioso lo que dice):

    "Pero no lo sabía.
    Y ahora está muerto".

    Esa doble conciencia que se separa, que le condena; las justificaciones que de paso nos informan gradualmente a los lectores del motivo de sus actos... El ritmo es frenético en estilo, aunque has sabido detener el tiempo de la acción en los minutos que dura la escena del ascensor subiendo... Has conseguido una historia de lo más atractiva!
    Un gustazo leer tan buenos relatos.
    Un abrazo! :)

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    1. Gracias, Maite. Como he comentado, quizá lo más tranquilizador es que esa empresa fuera una de sicarios. Pero creo que no, ¿te imaginas que fuera una farmacéutica o una editorial? Creo que eso sí daría miedo, je, je, je...
      La segunda persona del narrador es ideal para disociar y crear una atmósfera dominada por los pensamientos. Para esto me gusta más que la primera, sobre todo en situaciones traumáticas como la de este relato. En algunas entrevistas a supervivientes de tragedias, suelen coincidir en que durante la misma parecen ser otro, como si su mente se separara de su cuerpo para lograr salvar el pellejo. No sé, para estas cosas funciona.
      Reconozco que siento predilección por los párrafos de una línea y pocas palabras. Dan un ritmo único y te sirven maravillosamente para realzar cosas en las que quieres que coger al lector por la solapa. Parece una tontería, pero si las dos frases que citas hubieran formado parte del párrafo anterior, creo que el efecto no sería tan visible. Un abrazo!!

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  14. David, atrapante relato, un placer leerte.
    Abrazos y besos que tengas un bello inicio de semana

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    1. Gracias, Vivir y dejar Vivir. Bonito nombre y carta de presentación. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo

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  15. Hola David. Genial, intriga y suspense desde el minuto uno. Un relato que se desarrolla en todo su recorrido en un ambiente cerrado y opresor, que avanza imparablemente hacia un destino y del que es imposible salir hasta llagar a él. El diálogo interno del personaje consigo mismo, viendo y analizando la escena como si fuese un observador imparcial, creando una sensación de disociación del personaje, frío, calculador, analizando cada detalle en busca de la mejor salida, justificando sus propios actos como si necesitase la aprobación de un tercero. Las frases cortas y contundentes que acompañan esa acción y suspense desde el principio. Y un final que sin decir nada lo dice todo, dejando en el aire las dudas del propio personaje que imagina que ha hecho lo que se esperaba de él para tener el trabajo pero... ¿y si no era eso exactamente lo que esperaban? Magistral sencillamente. Un abrazo.

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    1. Gracias, Jorge. Creo que la segunda persona del narrador es la más adecuada para lograr esa atmósfera de disociación del personaje. Esa sensación que uno tiene cuando la lía parda, es consciente de ello, y entonces empieza a elucubrar y rumiar cómo salir del atolladero, porque creo que todos los seres humanos, en situaciones parecidas, lo primero que buscamos es la forma de escurrir el bulto, bien sea ocultando nuestra identidad, bien a través de justificaciones o excusas que nos sirvan para eludir la responsabilidad de nuestro acto. El arrepentimiento o los remordimientos suelen venir más tarde, bien porque nos hayan pillado, o porque nos quede conciencia. Me temo que la mayoría de veces es por lo primero, aunque no queramos admitirlo. ¿Has visto a algún político pedir disculpas o entregarse de manera voluntaria antes de que lo hayan pillado? Pues eso.
      Alternar frases cortas y directas con otras más largas creo que es la clave del ritmo de lectura. En esta ocasión, la acción son los pensamientos y estos suelen ser flashes. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo!!

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  16. David, que tengas un bello día.
    Abrazos y besos

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  17. Hola, David.
    Cuanto tiempo sin leerte, pero a ti, a tus letras.
    En la desesperación no habita miedo, ni raciocinio, ya lo dicen que se debe de temer más a aquel que nada tiene, y aquí ante el desaliento de tu personaje se palpa. Por conseguir un trabajo nunca se cometería una atrocidad, pero si de uno dependen otros, entonces, ¿de qué seríamos capaces?
    Me ha gustado como has logrado que sintiera la opresión, la prisa por buscar una escusa creíble, el terror del protagonista quedando la cordura radicalmente eliminada, y, aun así, de alguna manera se empatice o se quiera comprender la razón de ese acto cruel.
    Para terminar con ese puntazo, todos siendo de la misma condición. Nos tendrás que decir qué edificio es, para pasar de largo, ;)
    Un fuerte abrazo.

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    1. Gracias, Irene. ¡Qué alegría volver a coincidir por este camino de letras! Me alegra que comentes eso de empatizar con el personaje. Es que creo que cualquiera de nosotros, tras haberla cagado bien cagada, lo primero que intenta es escurrir el bulto. Sé que esto cuesta reconocerlo, pero es la norma. Son muy escasos los que asumen su responsabilidad sin verse obligados a ello. ¿No te has dado cuenta que el malo de la película nunca es nuestro interlocutor? Cuando alguien nos viene, todo lo malo suele hacerlo el referido, pero pocas veces el que nos habla. Sucede lo mismo en las redes sociales, claro. Siempre te sale el perfil de turno diciendo la maldad que ha sufrido o como es la gente, pero nunca reconociendo la maldad propia. Somos así, lo peor es que incluso respecto de nosotros mismos. Un abrazo!!

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  18. Toda una prueba de fuego para conseguir el trabajo! Espero que ese método no se ponga de mada! Je je! Y es que el Destino es caprichoso, como dicen! Por cierto, de que empleo se trataria? Je je! Me lo puedo imaginar! Sencillamente genial David! Un abrazote!

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    1. Gracias, Marifelita. Pues creo que alguna vez leí algo sobre determinados procesos de selección de personal que consistían en llevarse a los candidatos a una especie de retiro en el que someterlos a distintas pruebas para valorar su capacidad emocional. Así que nunca se sabe... Un abrazo!

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    2. Veo que la realidad siempre acaba superando la ficción! Ja, ja! Un abrazote!

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  19. Señor Rubio:
    He sobrevivido a su ataque y me estoy recuperando. ¡Volveré!
    En algún momento, en cualquier esquina, ascensor o escalera empinada, pasaré a saludarlo. La prueba de selección de personal continúa. Imagino que no le han informado de ello. Admito que lo infravaloré en nuestro primer encuentro. Pero no volverá a ocurrir.
    No piense en avisar al adjunto a dirección, la empresa negará todo su relato y usted ya ha firmado su confesión del asesinato cometido por el adjunto para consolidar su puesto. ¿Recuerda que firmó más documentos de los que figuran en la copia simple de su contrato que se le entregó? Probablemente no reparara en ello.
    Arregle cualquier situación legal que tenga pendiente. Solucione cualquier distanciamiento familiar. Tiene dos semanas. No quiero que achaquen mi victoria a que lo he pillado desprevenido.
    ¡Hasta la vista!
    Arnaldo Ternineitor.

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    1. Gracias, señor Arnaldo Termineitor, Ja, ja, ja... Ya sabia yo que tarde o temprano tendría que sufrir las consecuencias. Bueno, espero que sea misericordioso o, al menos, tenga en cuenta lo que una mente capaz de semejantes perturbaciones pueda resultar de beneficioso para su empresa. Un fuerte abrazo, Nino!!

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  20. ¡Madre mía como está el tema laboral y la necesidad de hacer méritos! La verdad es que me esperaba cualquier desenlace, que el tipo pudiese escapar del lío de algún modo, pero el que ha sido es, simplemente, genial.

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    1. Gracias, Érase una vez un libro. Bueno, este es uno de esos relatos que uno escribe partiendo del final. En realidad, son los más sencillos de escribir. El problema viene con aquellas historias en las que lo primero que piensas es en el principio. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo!

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  21. Muy buen relato, David. Me ha gustado cómo has utilizado la segunda persona en la narración para dirigir al lector. También los diálogos finales se ajustan muy bien al tono del relato y aceleran el ritmo hasta el giro final. Creo que tiene una mezcla interesante entre intriga y suspense, has trabajado muy bien la anticipación con la incertidumbre del desenlace, lo que consigue atraparte hasta el final de la historia.

    Muy buen trabajo, un abrazo.

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    1. Gracias, Carles. La segunda persona es una forma de narrar un tanto peculiar, en este caso, me pareció la adecuada dado que es un relato corto y provoca esa sensación de disociación en el persona, mostrándolo como un náufrago perdido en el mar de sus dudas. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo!

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  22. Lo leo y lo releo y no encuentro que diga nadie para qué era la selección de personal. ¿Y si era para asesino?
    Genial el relato: aunque no se identifique el lector con él, sí entiende su problemática como persona.
    Saludos cordiales.

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